3 de abril de 2011

Naturaleza muerta

El desastre de la central de Fukushima tiene visos de convertirse en el segundo peor accidente de toda la historia de la energía nuclear, sólo superado por la catástrofe de Chernobyl en 1986. Palabras como "liquidador" entraron, por desgracia, en el vocabulario de todos los idiomas, y ese mismo término ha renacido en todos los medios de comunicación cuando han empezado a sufrir mutaciones genéticas y a morir los operarios encargados de controlar las fugas de los reactores de la central japonesa, como informa, entre otros, EL PAÍS. Tras esas pérdidas humanas, la necesidad de parar el proceso de fusión del núcleo de los reactores dañados, cuyo funcionamiento explica de una manera muy sencilla este vídeo de BBC MUNDO:




Pero todos estos ímprobos esfuerzos parece que no han logrado evitar que la radioactividad haya llegado al mar, como comunicaban fuentes oficiales de Tepco (Tokyo Electric Corporation) ayer y han recogido hoy diarios como ABC. Ya no se habla sólo de los daños en el país del Sol Naciente, sino de las dramáticas consecuencias sobre el medio ambiente a nivel gobal. Las fórmulas de coexistencia humana con el resto de especies terrícolas están esquilmando la Naturaleza a marchas forzadas, y todos los síntomas de desgaste de la misma nos resultan casi ajenos hasta que empiezan afectarnos directamente, como en el caso del accidente nuclear o en cuestiones más cercanas como los máximos de contaminación alcanzados en Madrid y Barcelona hace unos meses, superando los límites aconsejados por la Organización Mundial de la Salud.  Ese desprecio por aquello que tenemos como seguro (como en el caso del aire) conlleva consecuencias como el incremento en un 8% de las muertes por cáncer de pulmón en las urbes con altos índices de polución, según estima el Grupo Español de Cáncer de Pulmón en una reciente noticia del periódico Las Provincias

© Tecnomedias. Cubo de basura en la calle Hospital (Madrid)
La imagen de este post es una metáfora de nuestra actual relación con la naturaleza, encontrada en una calle del barrio de Lavapiés. Las sociedades del Primer Mundo y de las economías emergentes estamos generando una serie de procesos que son inasumibles por el medio ambiente, a corto, medio y largo plazo. Las naturalezas muertas ya nos están pasando factura, los elementos se revuelven en contra de las rutinas económicas impuestas por los seres humanos mientras que los recursos energéticos se muestran insuficientes para asumir las demandas de la sociedad capitalista.
Ahora somos como el hijo único que no sabe compartir, y cada vez nos queda menos tiempo para entender que sin la colaboración activa y positiva con el entorno natural nuestra especie está abocada a la desaparición.
"Un pequeño paso para la Humanidad y un gran salto para el hombre"

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